Mendoza . 2012 . © pao alonso . fotografia
Cada madrugada entre el 18 al 24 de junio, (correspondiente al calendario gregoriano) los pueblos originarios del sur, junto con la naturaleza y el universo acostumbran a celebrar el inicio del nuevo ciclo o año nuevo: el “We Xipantu” o “Nquillatún”, término mapuche que significa “año nuevo” o “salida del nuevo sol”; o Inty Raimy (de la tradición inca), celebración que también indica al sol como fuente de renovación y sabiduría.
En nuestro hemisferio, el invierno llega cada 21 de junio y su arribo coincide con el solsticio de invierno. En este punto, se produce un alejamiento de la tierra respecto del sol. Esa fecha marca el día más corto y la noche más larga del año. El Sol es nuestro padre que aporta, a través de su energía opuesta y complementaria a la Tierra -que es femenina, opuesta y complementaria a la energía del Sol-, la fuerza, de modo que se produzcan alimentos para todos, no sólo para los humanos.
En la Tradición indígena, el sol nace cuando llega el invierno; en primavera se convierte en adulto; durante el verano envejece y muere en otoño. Es un proceso de cambio y evolución que comparte la naturaleza en general.
Se trata de una fiesta de agradecimiento por la vida que se renueva. Una conversación con la naturaleza entera, con la comunidad y con el padre Sol, porque el Sol está vivo, porque estamos contentos de que vuelva y con él nosotros volvemos a crecer.
Muchos pueblos originarios de América del Sur, hoy aún celebramos y conmemoramos con nuestras propias formas y nombres La Renovación de la Naturaleza, tal cual fue concebida en tiempos inmemoriales por nuestros pueblos. Con ello continuamos acompañando a la madre tierra a festejar el despertar y regreso a la vida de sus hijos, las plantas, animales, ríos, lluvias, el viento, las personas, entre otros; pues ella se regocija y nos convida a ser parte en la alegría del comienzo de los nuevos ciclos de vida.
La fiesta que celebramos y que llevamos adelante años tras años en el mundo indígena, no es una casualidad, tampoco una ligera interpretación o solo creencias de los abuelos, sino la descodificación, comprensión y entendimiento que desarrollaron en muchos miles de años respecto de la normativa de la naturaleza.
Por tanto la celebración y fecha que marca el regreso de la vida en éste hemisferio (año nuevo), no es propiedad de una u otra cultura, sino de todos aquellos seres humanos, animales, árboles, ríos, aves etc., que nacimos y cohabitamos en esta parte del planeta.
Fuente: www.circuloastronomico.cl
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